viernes, 11 de diciembre de 2015

Agradecimiento

El núcleo ha terminado su ciclo, el primero porque vendrán otros, después de probar(nos) que podemos montar un barco y echarlo a navegar el llamado no puede dejar de oírse.

Quisiera ser un piano para resonar todas las notas, acordes, melodías, todos los matices del grupo, tendría que tocar además en síncopa, como este piano de Omar Sosa, que puede escucharse primero o ponerse de fondo o hasta el final.





Música fue para mí ese día que salí del salón por una llamada y escuché, detrás, que el grupo seguía conversando, porque ¿qué otro indicador más potente de genuino diálogo puede haber que un grupo que le importa de lo que está hablando sin necesitar la presencia del docente, que un grupo que valora la participación de cada miembro?

Quisiera ser ese piano, que digo piano, todo el quinteto de Sosa, para expresar lo que no se puede decir (que la música está hecha de lo innombrable y lo invisible) y así dar salida a todo el conglomerado vivido y atestiguado que mi lengua no alcanza. 

Como no puedo ser un piano, y dada la precaria condición de mi aparato discursivo, no usaré palabras para explicar o comprender, ni tampoco para jugar a la sortija, voy a usarlas para actos de habla afectivos: agradecer y reconocer. Dos valores actuantes que he aprendido de las y los estudiantes de la UACM. Las palabras serán entonces como aplausos, sonrisas, palmadas, abrazos, porras, vivas, gracias (aunque gracias es una palabra en realidad es un gesto que incluye una palabra), no me saldrá también como a ustedes, pero por algo se empieza.

Agradezco el eco y sentido que le han dado a la propuesta del núcleo de este semestre, una problemática nada sencilla, por el nivel conceptual que propusimos, pero más aún, parafraseando a Veena Das: por su exigencia espiritual.

Agradezco que hayan seguido mis palabras cansadas, trastabilleantes durante las discusiones, las idas y vueltas, los mil y un temas que conecto sin ir al grano, mis recurrencias, sentí de su parte paciencia y escucha. 

Agradezco que hayan tomado la palabra, algunos más algunos menos, para hacer preguntas, para afirmar, para expresar su sentir, para pensar en voz alta, para contradecir, para explorar. 

Agradezco que asumieran su propia voz escribiendo en blogs sus reflexiones de aprendizaje, sus propias ideas y debates con las lecturas, conectando sus historias e identidades.

Reconozco el esfuerzo y perseverancia para las lecturas difíciles que hicimos, el interés y la inteligencia para hablar con los autores.

Reconozco la aptitud para la cooperación de este grupo, que solo necesitó una pequeña chispa para aflorar, y darse en la actividad recíproca.

Reconozco las iniciativas que tuvieron, y la confianza para apoyarse en ellas. Sin esas iniciativas, sin su energía, sin su sensibilidad, el curso no sería lo que llegó a ser. 

Gracias por ayudarme a alejar a la prudencia y a la certeza, por regalarme la belleza y la alegría del aprendizaje.

Gracias.